Beady Eye encuentra en BE su lado baladístico
El grupo liderado por liam gallagher presentó nuevo disco, con
puntos altos en la estructura melódica y la voz del ex front man de
oasis explorando territorios más tersos.
Como todos los discos de músicos con historia, el BE de la
banda inglesa Beady Eye, que salió al mercado el pasado 10 de junio, se
puede escuchar de dos maneras válidas: obviando esa historia y tomándolo
como álbum independiente, o poniéndolo en contexto y respetando esa
tradición previa.
Si vamos por la primera postura, lo que se
encuentra detrás de esa carátula de una mujer desnuda acostada boca
arriba y mostrando uno de sus senos es un grupo de canciones donde
resuenan ecos de John Lennon, en una especie de género que algunos
críticos denominan “neopsicodelia”.
Si elegimos recorrer el
camino de la opción dos, entonces se puede escuchar a una banda que ha
evolucionado desde su primer disco, Different gear, still speeding,
editado en 2011. Sí, claro: está Lennon, están los Beatles, está Oasis.
Nadie lo niega. Al contrario, se hacen homenajes explícitos.
Las canciones de BE
muestran varios cambios con respecto a su precedente. El primero es el
uso de la voz de Liam Gallagher: los gritos lijosos y nasales de siempre
se ensamblan dentro de efectos muy retro, y el tipo demuestra que puede
cantar sin arrastrar tanto las sílabas a ese estilo coloquial inglés
tan característico del rock británico y conocido como cockney.
Parece
que se acercara al micrófono de otra forma, quizá, más sincera. Los
efectos, que siguen presentes, traen la voz más cerca, en muchos la
despojan de ecos y reverberaciones de discos anteriores y la muestran
tal cual sale de la garganta de Liam. Sorprende por momentos la claridad
y la tersura de una voz acostumbrada desde hace años a arañar estadios
alrededor del globo con un mensaje mucho más rockero que el de hoy.
Los puntos altos de BE son, sin dudas, las baladas, ya que es un disco sostenido básicamente por guitarras. Canciones como Iz rite, Soul love, Don’t brother me, las tres de Gallagher, y Ballroom figured,
compuesta por el guitarrista Gem Archer, demuestran que todavía queda
imaginación para componer canciones con acordes clásicos y seguir
encontrando melodías de rock y pop donde otros ya roturaron ese campo.
Hay reminiscencias de todo el galeón de trovadores ingleses de las
décadas de 1960 y 1970, y también de alguien que sobrevuela cualquier
composición de algún exmiembro de Oasis: Noel Gallagher. Esto también es
un poco inevitable.
La canción de apertura, Flick of the finger, tiene la potencia de una progresión de batería y de efectos de guitarra consistentes. La de cierre, Start anew,
tiene la sutileza de una linda armonía de cuerdas que parecen rasgadas
con una moneda. En medio queda un disco con aire a quiebres de Ringo y
unos colchones de palmas con eco y baterías grabadas bajo una piscina.
Claro que no todo es parejo. Hay temas para saltearse: Face the crowd y I’m just saying son dos de ellas, casualmente compuestas por Andy Bell.
Aunque
los cronistas de la revista inglesa NME le alaben hasta los eructos,
Liam se expone a las críticas titulando canciones como Shine a light, o Soul love,
nombres de canciones que también usaron los Rolling Stones o David
Bowie. Uno podría preguntarse por qué. Second bite of the apple le hace
un guiño al Jardín del Edén y a Eva, pero inevitablemente también
parece caer en la semiótica beatlesca.
No es menor el hecho de
que dos simples de esta camada 2013 de Beady Eye, que tocó en Montevideo
en 2011, hayan quedado fuera de la grilla de BE. Se trata de Off at the next exit y World’s not set in stone.
Los temas están disponibles en la web y van por el mismo lado: acordes
clásicos, efectos añejos en las guitarras y melodías felices.
Siguiendo
la tradición de Oasis y del disco anterior (donde quedó fuera la muy
buena In a bubble with a bullet), lo que queda dentro de BE parece
decir: “Sí, nos sobramos. Dejamos cosas buenas afuera, ¿y qué?”. Muy
brit, muy arrogante, muy pendenciero, incluso cuando tocan baladas; en
fin, muy Gallagher.
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