domingo, 16 de junio de 2013

Beady Eye encuentra en BE su lado baladístico

El grupo liderado por liam gallagher presentó nuevo disco, con puntos altos en la estructura melódica y la voz del ex front man de oasis explorando territorios más tersos.

Como todos los discos de músicos con historia, el BE de la banda inglesa Beady Eye, que salió al mercado el pasado 10 de junio, se puede escuchar de dos maneras válidas: obviando esa historia y tomándolo como álbum independiente, o poniéndolo en contexto y respetando esa tradición previa.

Si vamos por la primera postura, lo que se encuentra detrás de esa carátula de una mujer desnuda acostada boca arriba y mostrando uno de sus senos es un grupo de canciones donde  resuenan ecos de John Lennon, en una especie de género que algunos críticos denominan “neopsicodelia”.

Si elegimos recorrer el camino de la opción dos, entonces se puede escuchar a una banda que ha evolucionado desde su primer disco, Different gear, still speeding, editado en 2011. Sí, claro: está Lennon, están los Beatles, está Oasis. Nadie lo niega. Al contrario, se hacen homenajes explícitos.

Las canciones de BE muestran varios cambios con respecto a su precedente. El primero es el uso de la voz de Liam Gallagher: los gritos lijosos y nasales de siempre se ensamblan dentro de efectos muy retro, y el tipo demuestra que puede cantar sin arrastrar tanto las sílabas a ese estilo coloquial inglés tan característico del rock británico y conocido como  cockney.

Parece que se acercara al micrófono de otra forma, quizá, más sincera. Los efectos, que siguen presentes, traen la voz más cerca, en muchos la despojan de ecos y reverberaciones de discos anteriores y la muestran tal cual sale de la garganta de Liam. Sorprende por momentos la claridad y la tersura de una voz acostumbrada desde hace años a arañar estadios alrededor del globo con un mensaje mucho más rockero que el de hoy.

Los puntos altos de BE son, sin dudas, las baladas, ya que es un disco sostenido básicamente por guitarras. Canciones como Iz rite, Soul love, Don’t brother me, las tres de Gallagher, y Ballroom figured, compuesta por el guitarrista Gem Archer, demuestran que todavía queda imaginación para componer canciones con acordes clásicos y seguir encontrando melodías de rock y pop donde otros ya roturaron ese campo. Hay reminiscencias de todo el galeón de trovadores ingleses de las décadas de 1960 y 1970, y también de alguien que sobrevuela cualquier composición de algún exmiembro de Oasis: Noel Gallagher. Esto también es un poco inevitable.

La canción de apertura, Flick of the finger, tiene la potencia de una progresión de batería y de efectos de guitarra consistentes. La de cierre, Start anew, tiene la sutileza de una linda armonía de cuerdas que parecen rasgadas con una moneda. En medio queda un disco con aire a quiebres de Ringo y unos colchones de palmas con eco y baterías grabadas bajo una piscina.

Claro que no todo es parejo. Hay temas para saltearse: Face the crowd y I’m just saying son dos de ellas, casualmente compuestas por Andy Bell.

Aunque los cronistas de la revista inglesa NME le alaben hasta los eructos, Liam se expone a las críticas titulando canciones como Shine a light, o Soul love, nombres de canciones que también usaron los Rolling Stones o David Bowie.  Uno podría preguntarse por qué. Second bite of the apple le hace un guiño al Jardín del Edén y a Eva, pero inevitablemente también parece caer en la semiótica beatlesca. 

No es menor el hecho de que dos simples de esta camada 2013 de Beady Eye, que tocó en Montevideo en 2011, hayan quedado fuera de la grilla de BE. Se trata de Off at the next exit y World’s not set in stone. Los temas están disponibles en la web y van por el mismo lado: acordes clásicos, efectos añejos en las guitarras y melodías felices.

Siguiendo la tradición de Oasis y del disco anterior (donde quedó fuera la muy buena In a bubble with a bullet), lo que queda dentro de BE parece decir: “Sí, nos sobramos. Dejamos cosas buenas afuera, ¿y qué?”. Muy brit, muy arrogante, muy pendenciero, incluso cuando tocan baladas; en fin, muy Gallagher.

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