martes, 7 de mayo de 2013

Michael Jackson padecía de artritis lumbar

Cientos de testigos y especialistas declaran en el jucio civil que enfrenta a la madre del cantante con la promotora de conciertos AEG.

 El ayudante médico de la Oficina del Forense del condado de Los Ángeles, Christopher Rogers, declaró hoy en el juicio civil por la muerte de Michael Jackson que el "rey del pop" sufría de artritis en la zona lumbar así como en los dedos cuando falleció en junio de 2009.

Rogers es uno de los más de un centenar de testigos que se espera que presten testimonio en el Corte Superior del condado angelino durante los próximos meses en un litigio que enfrenta a la madre de Jackson con la promotora de conciertos AEG Live, a la que pide una indemnización millonaria por el deceso del artista.

Katherine Jackson demandó a AEG Live por considerar que la empresa es responsable civil de lo ocurrido al cantante al entender que no supervisó debidamente la salud del artista y permitió que le tratara el doctor Conrad Murray, condenado a 4 años de prisión por la muerte del "rey del pop".

Rogers dijo que Jackson, de 50 años, medía 175 centímetros y pesaba 61 kilogramos cuando murió y que los rayos X evidenciaron que el artista sufría artritis lumbar, una enfermedad degenerativa de las articulaciones que también afectaba a sus dedos.

Uno de los síntomas comunes de la artritis en la parte baja de la columna es el dolor asociado con el movimiento, la pérdida de flexibilidad, y molestias que pueden ser más intensas durante la noche y al despertarse, debido a que el cuerpo permanece inmóvil durante mucho tiempo.

El médico forense indicó, según Los Angeles Times, que Jackson sufría también de una enfermedad que despigmentaba su piel, algo que ya había trascendido tras su fallecimiento, y que se había tatuado de rosa los labios y de negro las cejas, así como la parte superior de su frente.

El juicio civil por la muerte del "rey del pop" entró ayer en su segunda semana.

Jackson falleció en su casa de Los Ángeles a consecuencia de una intoxicación aguda de medicamentos, en especial de un anestésico de uso exclusivo en hospitales llamado propofol que le suministraba con regularidad quien fuera su médico personal, Conrad Murray.

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