La luz y las sombras de una voz torturada
La cantante norteamericana Cat Power llegará mañana a La Trastienda por segunda vez para presentar su disco Sun.
La primera vez que Montevideo vio a Chan Marshall estaba sobre el
escenario del Plaza. Todavía tenía el pelo largo y en los ojos se
advertía esa rabia que la sigue movilizando hasta ahora. Pero en ellos
también había algo de incomodidad. “No querías tocar. No te culpo”, dice
su canción I Don’t Blame You, cuyos acordes fueron los que cerraron un show que dejó un gusto algo agridulce en el público.
Cat Power no es una artista pop. No tiene una personalidad impoluta
ni un cancionero que brille con la fuerza de los hits de radio.
Cualquier complicación que suceda –en este caso fueron problemas de
sonido– parece quebrarla o al menos incomodarla sin remedio.
Ese día de mayo de 2010 su lista de canciones se redujo a los covers que aparecieron en su compilado Jukebox. Muy pocos de sus hits sonaron, como ese I Don’t Blame You –inspirado en realidad en la vida de Kurt Cobain, pero que a la vez mucho tiene que ver con la suya propia–, The Greatest y Lived in Bars.
A Cat Power no parece interesarle satisfacer a sus fans. Más bien
sobre el escenario parece invadida por la necesidad de volcar pedazos de
sí en cada canción. Por eso es que Sun, su más reciente disco y
motivo para esta visita, marca una diferencia tan fuerte en su
discografía: no es la Cat Power de café concert que reversiona clásicos
de otros artistas torturados; ni tampoco aquella a la que el alcoholismo
y una mente complicada le complicaron más de un recital.
Este último año, Marshall pasó por varios eventos que a la larga o a
la corta forjaron sus nuevas canciones. Casi caer en bancarrota y una
ruptura amorosa hicieron de Sun –el primero con canciones originales desde el esencial The Greatest en 2006– un disco definitorio.
La cantautora tocó todos los instrumentos, incluyó por primera vez el
sintetizador en sus canciones y produjo el disco totalmente por su
cuenta a pesar de que su sello, Matador, le pidió que recurriera a un
profesional acreditado.
El resultado fue un disco luminoso, pero no lo suficiente para poder
tapar esos costados oscuros que siempre tuvo y que de alguna manera ya
definen su corpus artístico. Ni siquiera un ocasional autotune logra
tapar ese soul carrasposo y susurrado que destila su voz.
Cat Power es una artista que a fuerza de canciones simples salió de
los bajos del indie para hacer giras mundiales. Ahora viene por segunda
vez a Montevideo. Sus canciones y ese extraño tono de su voz son
suficientes para acercarse a verla mañana, a las 21 en La Trastienda.
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